La organización Centro de Asistencia Legal a Pueblos Indígenas (CALPI) denunció que el pasado lunes 23 de agosto, entre 11 y 16 personas fueron asesinadas supuestamente por delincuentes en el cerro Kiwakumbaih, (Roca del Diablo en idioma sumo) ubicado en el Caribe Norte nicaragüense.
CAPLI asegura en un comunicado que un menor logro huir de la “masacre” y fue auxiliado posteriormente. Además, que durante el ataque dos mujeres indígenas de 31 y 42 años respectivamente fueron “asaltadas sexualmente”.
En un comunicado CAPLI responsabiliza a la “banda Kukalón conformada por entre 40 y 100 hombres no indígenas armados con armas de guerra, liderada por Isabel Meneses.”
Las autoridades en Managua, la capital nicaragüense, no han confirmado ni negado esa denuncia, que ha sido condenada por organismos humanitarios locales.
Tanto el “Gobierno de las Mujeres Mayangnas de Nicaragua”, como el Centro Nicaraguense de los Derechos Humanos, exigieron al presidente nicaragüense, Daniel Ortega, “investigar de inmediato estos actos de violencia recurrentes en estos territorios”.
CAPLI menciona que este año siete indígenas resultaron heridos en tres ataques producidos en las comunidades indígenas de Karah Wilú, Kimakwas y Silamwas.
Estos ataques aseguran tienen por objetivo “aterrorizar para someter a estos pueblos y así usurpar sus tierras ancestrales tituladas por el Estado.”
“Estos niveles de violencia y de racismo son asegurados por medio de la impunidad generada por la discriminación estructural estatal de parte de las autoridades; al incumplir con su deber legal de investigar los hechos, juzgar a los que resulten culpables, resarcir a las víctimas y garantizar la no repetición de estos crímenes de lesa humanidad.” Señala la referida organización nicaragüense.